
El gran competidor del aceite de oliva es el de pescado, ya que ambos protegen de las enfermedades cardiovasculares. El aceite de pescado tiene un efecto antinflamatorio muy potente. Pero precisamente ahí se encuentra su cruz: produce una bajada de las defensas frente a infecciones. No ocurre lo mismo con el aceite de oliva. Un trabajo en ratones desarrollado por microbiólogos de la Universidad de Jaén ha mostrado que las grasas procedentes del olivo ayudan a que el organismo luche contra la infección bacteriana por Listeria monocytogenes.